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Pánico

2018-03-26T19:19:32+00:00

 

¿Qué es el pánico?

Un ataque de pánico es una súbita aparición de una gran cantidad de ansiedad. Cuando esto ocurre, el que lo sufre, teme que le ocurran desgracias muy dramáticas y personales: morirse, tener un ataque al corazón, volverse loco, perder el control, ahogarse o desmayarse.

Simultáneamente a estos pensamientos, la persona nota sensaciones físicas desagradables: taquicardia, dolor, sensación de ahogo, mareo visión borrosa, calor, sudor, calambres o flojedad, nudo en el estómago, nauseas.

En estas condiciones la persona se asusta, quiere librarse del malestar y su reacción será buscar ayuda, ir a urgencias o hablar con médicos, tomar psicofármacos o volver a un sitio seguro.

El hecho de tener un ataque de pánico aislado no es un trastorno psicológico, sin embargo, si a partir de esa primera experiencia los ataques de pánico se repiten con cierta frecuencia y/o hay un miedo claro y persistente a tenerlos, podemos hablar de trastorno de pánico y nos hallamos ante un problema psicológico.

CÓMO FUNCIONA EL PÁNICO

Todo ataque de pánico viene provocado por un Estímulo, éste puede ser externo (acudir a un lugar concurrido) o interno (notar que el corazón late de forma acelerada o sentirse mareado).

En cuanto aparece el estímulo, automáticamente aparecen los pensamientos catastróficos. Estos pensamientos son imágenes que aparecen en el momento en que se está sufriendo el ataque de pánico. El contenido común de estos pensamientos es la absoluta certeza de que algo terrible va a ocurrir inminentemente, “me va a dar un ataque al corazón”, “me voy a ahogar”, “voy a sufrir un desmayo”, “me muero”, etc..

A estos pensamientos se les llaman catastróficos, la persona está convencida de que algo muy grave de tipo físico o mental va a sucederle y el resultado será desastroso. Estos pensamientos son automáticos e involuntarios y aparecen sin que se desee tenerlos

Los pensamientos catastróficos provocan la respuesta fisiológica, (como pienso que me va a dar un ataque al corazón el ritmo respiratorio se acelera, hiperventilo y me mareo. Esto confirma que me está dando algo o que me puedo desmayar) y producen aún más respuesta fisiológica, por lo que la espiral va en aumento.

Los pensamientos catastróficos mandan una señal de alarma que dispara las sensaciones físicas de ansiedad: palpitaciones del corazón, tensión, sudor, mareo, visión borrosa, aumento del ritmo respiratorio, sensación de asfixia, dolor en el pecho, hormigueo, flojedad en las piernas, etc.. La intensidad de estas sensaciones es muy elevada llegando a ser perturbadora y además aparecen bruscamente, sin previo aviso, como surgidas de la nada.

EVALUAR Y COMPRENDER TU PÁNICO

Cuando una persona sufre un ataque de pánico, intenta “ponerse a salvo”, realizando una serie de conductas que le producen alivio y seguridad momentánea.

Estos comportamientos o conductas que se realizan voluntariamente durante el pánico, son conductas encaminadas a buscar seguridad y a reducir el pánico, eliminando los pensamientos catastróficos y las sensaciones físicas.

Se pueden diferenciar dos tipos de conductas:

1- Conductas de escape

Son conductas con las que la persona intenta escapar de la situación para reducir el malestar que está sintiendo. Por ejemplo si va en autobús y siente malestar, se baja unas paradas antes de la que le corresponde por miedo a que le dé un ataque de ansiedad.

2- Conductas de evitación

Consiste en eludir y no afrontar situaciones o actividades que la persona cree que le van a provocar pánico, se suelen evitar estas situaciones (conducir, salir a la calle, entrar en cines o restaurantes, hacer colas, utilizar transporte público).

El objetivo de estas conductas es similar al de las de escape; buscar seguridad, reducir la posibilidad de tener otro ataque de pánico.

Aunque existen técnicas que ayudan a controlar la ansiedad, las respuestas de escape y evitación además de producir alivio momentáneo, provocan en la persona dos nuevos aprendizajes negativos:

1. Le enseña a repetir y perpetuar este tipo de conductas. Como le sirve a corto plazo, tenderá a repetirlas en el futuro.

2. Se reafirma la creencia de que la situación es verdaderamente peligrosa, con lo que en el próximo enfrentamiento el miedo será mayor todavía.

Las conductas de escape y de evitación son conductas que buscan la seguridad, ya que la persona que sufre estos ataques se ve obligada a dar alguna respuesta que reduzca su malestar. Ambas conductas consiguen los mismos resultados: reducen y/o eliminan el malestar. Suelen ser muy eficaces a corto plazo y hacen que la persona se sienta mejor. (más información en: Pastor, C. y Sevilla, J. Tratamiento psicológico del pánico-agorafobia)

Sin embargo este efecto de reducción del malestar que aparentemente es beneficioso, a largo plazo, será el principal factor de mantenimiento del problema. En definitiva, cada vez tendrá más miedo y cada vez escapará/evitará más.

Paradójicamente, las conductas de escape y evitación, pese a que logran un alivio momentáneo, son la principal causa de que la persona siga sufriendo el pánico.

Lucía Prendes. Licenciada en Psicología